CARNADA DE OTROS GUSANOS.

Secuencia de tormentas,

de nubes llorando un final.

Arrastrado un corazón por creerse puro,

gemida una media naranja

por verse única.

Y así, con reflejos de utopía,

con prejuicios de cazador herido,

se retira todo dejo de orgullo

de este momento, morboso

y embarrado que concibió mi pertenencia toda.

Todos los sueños, se regodean

en sus temores, eternos.

Todos los ronquidos que mi desborde toleró,

todas las burlas obscenas que me desnudaban,

todas las histerias repletas,

todas las mentiras envueltas,

todas las miserias al viento,

para verme de vuelta

en el centro de un jazmín,

florecido a costa de mi sudor y su inconsciencia.

Y así, completa, risueña y esclava

de un habitación enormemente chica,

y de un alma infinitamente desolada,

me muero en compañía de mis versos,

último recurso de estas manos ya pútridas

en el intento de desenterrar casi a dentelladas

todo el gélido cuerpo de una insolente,

de una rebelde, de una mente deshecha,

para volver a ser, al fin,

carnada de otros gusanos...

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