"Al río que todo lo arranca lo llaman violento, pero nadie llama violento al lecho que lo oprime."- Bertolt Brecht.

lunes, 31 de mayo de 2010

XENOFOBIA RABIOSA.



Cargada de xenofobia al día,
me muerdo las costillas perrunas
a cinco minutos de encontrarme en lunes.

Tengo cuatro caninos agujereando mi cuello,
dos incisivos en la memoria,
y ocho muelas en marzo,
¡imaginate dónde tendré las encías!
Sí, acertaste, en Júpiter.

Para mí, las cosas TIENEN EL FINAL
en ese momento en que vomitan rastros de uñas;
esto es canibalismo kinético
demandando por ser palpable a la LUZ.

¡Basta mundo PUTO!
Si vuelvo a olerte con tanto ardor
vas a terminar en la misma hoguera lechosa
en la que acabó Magritte,
y de ahí, la materia no se forma de nuevo...

sábado, 29 de mayo de 2010

USTED, SEÑOR...


No vuelvas a poner una hombrera en mi tobillo.
Con rejas bajitas y una hiedra,
la hiedra llama mi atención
y es un sarpullido en el codo de un alma.

La PUTA madre le dije a mi cavidad craneana
moviendo mis raíces en el centro de la médula,
y mordí mis labios con lo que quedaba de astilla de huesos
hasta que ya no pude ver
porque los globos oculares rodaban por la mugre de las suelas chiclosas,
con las pelusas colgando del nervio...

Ahora, tengo que apoyar mis tímpanos estallados
en la clavícula de la almohada peluda;
ahora tengo que ver caer a la respiración desde el techo en adelante
hasta la caverna que está debajo de mis talones,
arados con barro y consignas de metal.

No pretendo ver más allá de la esquina que guardan las onomatopeyas,
sin ser quién roa las costras de la piel mugrienta.
Todo esto me lleva a verlo, a usted señor, de una manera urgente
tan represiva que no pueda siquiera el cartílago estirarse
a consumir esa mezcla rabiosa, ese aire pegajoso
que se ama en los pulmones y se aparea en sus paredes
y se ahoga en la tráquea, teniendo ni dos agujeritos para respirar.


martes, 25 de mayo de 2010


PARA LUCRAR.

En mi garganta proyectada, un virus se incuba.
Se acomoda, como si fuese dueño irretenible
de estas cuerdas absurdamente colocadas acá.
Se abstiene de desangrar mi voz taladrada
de su baba infecciosa,
cuando ya es inutil querer recuperar las fibras
de los lánguidos movimientos,
todas mis lineas kinéticas desaparecen
en una separación única de entre fosas
y avispones que recorren mi tracto digestivo
hasta acabar cocidas por el ácido mugriento
del entretejido carnoso, al que le decimos estómago.

Todo este menjunje de palabras que no
comunican nada
se sume así, hecho una bola inentendible,
en este par de manos que ya no dicen nada.
Y la mina esa que quería acabar,
acabó muerta de tanto pretender esperar.

Asique ya saben, la próxima vez que vean un virus de garganta,
haganle la cruz, griten
"yo te expulso, demonio",
y lavense las manos con agua, jabón
y la dignidad de un país hecho para lucrar.



NADA QUE VER.


Tomándome el pelo
como si este fuese
una extasiada copita de ron
que baila en aquella lengua dormida,
insuficiente para tante sangre caliente,
movida por fuerzas no naturales
de las que la experimentación
genética tal vez no tenga nada que ver...

Estas consumiendo todo el tiempo,
esas semillas violáceas
que cuelgan de tus dedos intermitentes,
cosa que deja en tu aliento,
en lo blanco de tus ojos, en tus nervios,
y en tus pensamientos críticos
mucho que desear,
pero de seguro, Monsanto y su laboratorio
no tuvieron nada que ver...

Se agita presurosa en tu cara nacarada,
en tu pecho atrevido, superior,
una especia de azúcar pastosa, negra,
desoxidante, y corrosiva
que hace que todos tus límites queden borrados
y la piel tan oscura como lo que ingerís
sea naturalmente pisoteable,
pero pongo las manos en el fuego
a que Coca- Cola no tuvo nada que ver...

Repuslivos ya de embriones,
exquisitos en derechos no nuestros,
sostenedores de idealos elitistas
y abandonadores, profanadores
del pueblo que nos parió,
y con análisis profundo entiendo
que el sistema capitalista no tiene nada que ver...

Gemimos todos juntos,
nos aullamos en los tímpanos mordidos,
nos reventamos desquiciados la capacidad
de escuchar, y jamás estamos oyendo.
Nos compenetramos en tragedias,
nos morimos en venganzas,
nos lamemos en cadáveres,
nos lanzamos bombas de algo más pesado que chocolate,
nos acariciamos las tumbas,
nos lloramos los nombres, las voces, los placeres,
nos pudrimos en cajas de concreto,
y unimos nuestra sangre espesa con la brea caliente.
Pero de seguro esos no somos humanos,
y los humanos no tenemos nada que ver...




domingo, 23 de mayo de 2010

S
I
N

F
I
L
T
R
O
.

Me tiran azares diluídos
en esto que llaman porquería,
todo es más que ser y no es un carajo,
todo putamente maltrecho.
Porque no entiendo con
la capacidad motora de las flores
que no se marchitaron en ningún florero,
que no se murieron en mi boca seca,
que no (¡por qué!) se agriaron en
toda la espesura moderna
que lleva atada a la lengua
este rocío intermitente...

Todo se ahueca, interminable,
y se reduce a lo único,
indispensable,
que no quiero, ni soy interesada,
en ver, oler, diferir o aparear.


Esa Lengua mórbida se ensancha
allá donde los ojos,
-o las cuencas vacías de ellos-
ya no piden gimientes
que una aletargada madona
los recupere de su aulladora naciente.

Nada, nada, nada, nada
(NADAAA!)
queda de tanto escribir
sobre la piel ajena, borrada
a caño y filtro ardiente,
de algo moreno,
de ceros violentos,
de estrépitos negados, placenteros,
derechos, pero negados de nuevo!

Todo que es, no es, fué y será,
pero talvez no sea,
juega una parte rotunda, amarilla,
asquerosa, y hoy podrida de tanto
asquear a la masa putamente decidida a ir,
corrida con los colmillos de tanta liviandad.
Todo superfluo, todo idiota,
¡TODO ES SUPERDOTADO,
Y TODO VA PARA ATRÁS
EN ARRANCONES NO DESEADOS
EN GARGANTAS DESGARRADAS!

martes, 18 de mayo de 2010

KRISHNAMURTI Y OTROS PENSAMIENTOS...

La hora Violeta en que la naciente
orquídea rodea al potro imbécil,
la hora Naranja en que el árbol molesta
con su grisácea voz
al rey moderno de esta brea que nos engulle.

Se arquea lo voluptuoso de su espalda,
se mulle todo hedonismo,
licencioso de esta lluvia de esquizofrenia.
Su rollo sin fin no termina
de ser todo aquello que la pupila dilatada
proyectó en el yeso rasguñado.




La llaman oscuridad remota, deficiente,
la gimen incontables,
la chupan indecisos,
la muelen en sus lenguas asqueadas,
las quiebran, las pulen, se abren
en las mueles absurdas, en las muelas macizas,
en los nervios helados.

Se hastía la niebla sumisa
de esconder en sus faldas de polvo y llanto
una eternidad de agujeros contraídos
hechos en todo espacio y tiempo,
relatando la consistencia de la esencia,
relatando la muerte corrosiva
de el alma plenamente humana...