"Al río que todo lo arranca lo llaman violento, pero nadie llama violento al lecho que lo oprime."- Bertolt Brecht.

lunes, 6 de septiembre de 2010

PARAGUAS JUBILADOS
UN RUEGO EN LA BOCA,
UN RUEGO EN EL ALMA



Un par de pies agujereados
arrastran la humedad
a lo largo de toda la calle.


Van escupiendo lo palpable de la lluvia
por los agujeros en la lona,
en la piel, y dentro de eso,
más todavía.




La espalda cruje
con ideas de libertad,
finje no le importa
el quilombo helado
que entra por el pecho,
por la marca de cabaret que cuelga del cuello.


Dejando el rastrito de agua,
lágrimas y mocos,
las manos en los bolsillos,
las letras en las amigdalas.
En desiertos de caracoles,
entre ramas muy agudas,
muy arañas,
estan estos paraguas retirados,
seniles, desnudos,
dados vuelta por la degeneración del viento
que quiere soplarles las colas metálicas,
y los arrastra en esquinas, en cordones,
en las copas vacías de los árboles.


Quizá, una se pregunta
qué es lo que cruje cada otoño,
y se hace la idea de estar imaginando.
Sin embargo, los paraguas desvensijados
siguen manoteando las ramitas para no caerse,
el óxido los retuerce,
le temen más al piso, a la fuerza del viento
que a la prisión creciente de los árboles.


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